BUENOS AIRES, ARGENTINA — Silvia Carranza y docenas de niños jugaban baloncesto en una capilla local de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Los balones volaban mientras niños felices y sus familias disfrutaban de esta actividad, la cual pudo darse gracias a las nuevas sillas de ruedas que muchos en la cancha acababan de recibir.
Es justamente lo que Carranza sabía que pasaría.
Discapacitada y atada a una silla de ruedas cuando era niña, Carranza ha vivido su vida dedicada a alcanzar una meta: “Que nadie se quede atrás”, dijo.
En este día, 51 niños recibieron una nueva silla de ruedas como resultado de una asociación entre CILSA — una organización no gubernamental en Argentina cuyo objetivo es lograr la completa inclusión de personas con discapacidades — y la organización benéfica Latter-Day Saint Charities.
El trabajo “es muy importante para mí porque yo también soy una persona discapacitada”, dice Carranza, presidenta de CILSA. “Yo sufrí mucho por la discriminación a lo largo de mi vida.”
Todos debemos tener la oportunidad “de ser, de hacer y de crecer”, –dice.
Carranza conoció al presidente Russell M. Nelson durante el evento de distribución de sillas de ruedas.
“Como presidenta de CILSA, me siento muy orgullosa de iniciar al presidente Nelson en las actividades que CILSA ha realizado por los pasados 13 años con La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, dice Carranza. “Pienso que es una oportunidad única para él que nos pueda conocer personalmente.”
El año pasado, Latter-Day Charities ayudó a mejorar la movilidad de 53,800 personas en 40 países, según la organización. La distribución de sillas de ruedas ocurre mensualmente en Argentina — donde la Iglesia tiene más de 450,000 miembros, 14 misiones, 751 congregaciones y dos templos.
El presidente Gustavo Mernies de la estaca de Belgrano en Buenos Aires, Argentina, dijo que la Iglesia y CILSA son importantes colaboradores. “¿Cuál es mi definición de esta asociación? Es un milagro”, dijo. “[Esta asociación] nos permite llegar a las personas para brindarles ayuda cuando la necesitan y de la manera que la necesitan.”
Presidente Mernies comentó que Latter-Day Saint Charities fabrica y personaliza las sillas de ruedas y CILSA las distribuye por toda la nación donde la política argentina dicta que cada silla de ruedas debe ser emparejada con un individuo antes de que la silla de ruedas llegue al país.
Paola Loza era una joven soltera de 18 años cuando su hijo, Juan Carlos, nació hace 14 años.
Cuando su bebé comenzó a gatear sin el uso de piernas funcionales, el padre de Loza le consiguió a su nieto una patineta; con ella, Juan Carlos descubrió la movilidad.
Unos años más tarde, Loza cruzó las calles sin pavimentar de su comunidad, cargando a su bebé y su patineta, para visitar la escuela local y registrarlo para que asistiera al kínder. “Me dijeron que si el niño no tenía una silla de ruedas no podía asistir”, Loza recordó.
La realidad que enfrentan muchas personas discapacitadas en su nación sudamericana es evidente, ella dijo. “La silla de ruedas significa respeto.”
El acceso a la educación y a tratamiento médico son muy limitados para niños con discapacidades cuando no tienen una silla de ruedas, ella dijo.
Carranza dijo que estas situaciones no son el resultado de actos maliciosos, sino que simplemente se dan por el miedo a lo desconocido.
“Cuando las personas no conocen a alguien que es diferente, no saben cómo tratarlas, no saben cómo incluirlas, no saben qué cosas pueden hacer con ellas”, explicó. “Por eso las consideran como una carga.”
La vida de Carranza es una indicación de que eso no es cierto. Ella recibió una educación, ha disfrutado de una exitosa carrera, y pudo ser madre.
La asociación entre CILSA y la Iglesia, formada en el año 2006, también ayuda a que niños con discapacidades y sus familias vean nuevas posibilidades. “El dar a otros significa ver a Jesucristo en la otra persona”, ella dijo. “Cuando vemos a Jesucristo en la otra persona, es imposible no querer dar.”
Carranza dijo que la enorgullece el poder expresar lo que esta asociación ha significado — y continúa significando — para ella. “Porque lo debo hacer en representación de aquellas personas que han sido las beneficiarias de las sillas de ruedas y porque (esas sillas de ruedas) cambiarán su vida y su historia. …
“La felicidad no es un destino. Es la actitud que tengamos en el transcurso de nuestra vida. Y quisiera agradecerles a quienes nos ayudaron en ese recorrido”, ella dijo.