Llegar a la ciudad de Tampere, Finlandia, en diciembre de 1984 como una joven misionera fue un poco impactante para la hermana Sharon Eubank. Finlandia tenía temperaturas heladas récord ese invierno, y a ella le fue difícil adaptarse al hecho de que amanecía a las 10 a.m. y atardecía a las 2 p.m.
“No sabía nada. Hacía frío, estaba oscuro, y estaba haciendo algo nuevo por primera vez en mi vida”, dijo la hermana Eubank, primera consejera en la presidencia general de la Sociedad de Socorro y presidenta de la organización benéfica Latter-day Saint Charities, al hablar acerca de sus primeros meses en Tampere.
Luego de regresar de una reciente visita a Finlandia en la que habló en una conferencia nacional de mujeres organizada por miembros de la Sociedad de Socorro de las dos estacas de Finlandia, la hermana Eubank habló con Church News en su oficina en el Edificio de la Sociedad de Socorro en la Manzana del Templo. Al hacerlo, reflexionó sobre cuánto han cambiado las cosas desde que ella estuvo allí como misionera.
Una de las cosas que más recuerda de sus primeros meses como misionera es un sitio en construcción gigante que estaba ubicado frente al apartamento misional que compartía con su entrenadora en Tampere.
“Estaba helado y sucio”, dijo la hermana Eubank, “y cada vez que íbamos a tomar el autobús, teníamos que pasar por ese sitio en construcción hacia el otro lado. Mi experimentada compañera solía caminar tranquilamente por el hielo, y yo… corría rodeándolo por el otro lado para alcanzarla.”
En su memoria, ese sitio en construcción, tanto como la oscuridad y el frío helado, era simplemente otra molestia que le dificultó adaptarse a la vida como misionera. Sin embargo, luego de ver ese mismo sitio durante su reciente viaje a Finlandia, la hermana Eubank dijo que significa más que eso.
En septiembre, en Finlandia, la hermana Eubank se tomó un poco de tiempo personal para caminar hacia su viejo apartamento en Tampere, y para ver qué había sido de aquel sucio y viejo pozo de construcción.
“Caminé hacia el apartamento y pude ver el número”, dijo la hermana Eubank. “Pero donde había estado ese pozo, había una bella y arquitectónicamente hermosa biblioteca que había sido construida.”
Toda la manzana era hermosa, dijo ella, resaltando que las bellas hojas de otoño y los colores cambiantes añadían al contraste con lo que ella recordaba de su tiempo como misionera.
Al reflexionar en estos cambios, la hermana Eubank dijo que el viejo sitio en construcción y la biblioteca en la que se había transformado eran, de algún modo, un reflejo de su propia vida.
“He aprendido que si le das suficiente tiempo a algo, puede convertirse en algo hermoso, como esta hermosa biblioteca que se convirtió en un centro para la ciudad”, dijo ella. “Todos tenemos momentos oscuros y fríos en los que no sabemos lo que estamos haciendo. Pero si le damos suficiente tiempo, el Señor llenará los agujeros y pozos con algo grande y hermoso. Y creo que eso ha sido así en mi vida.”
Al compartir una analogía similar en la conferencia de mujeres — organizada por la Iglesia y llevada a cabo en la Universidad de Tampere, el 21 de septiembre — la hermana Eubank comparó dos fotos.
A primera vista, las dos fotos lucen prácticamente iguales. La hermana Eubank está usando el mismo vestido en cada foto y tiene el mismo peinado. La diferencia más pronunciada es la actitud que ella irradia en cada una. En la primera parece tímida y reservada, quizás insegura de sí misma. En la segunda, destila una confianza y una luz cálida y atractiva. La primera foto se tomó en su despedida al irse a la misión, dijo ella, mientras que la segunda es del día en que volvió a su casa.
“Lo que sucedió conmigo en medio de esas dos fotos cambió mi vida por completo”, dijo la hermana Eubank a las más de 600 mujeres de Finlandia, Rusia y los países bálticos que asistieron a la conferencia. “Y el período entre ellas es lo que me ha permitido tener la carrera que tengo ahora. Es donde aprendí cómo hablar con las personas, descubrir lo que realmente les importa, y responder de una forma humana.”
Desde su misión, la hermana Eubank dijo que lo que más ha deseado en su vida es ser un instrumento del Señor. Solo deseo ser un instrumento de Su gracia, Su esperanza, Su amor, y ayudar a quienquiera que se cruce en mi camino”, dijo ella. Y la mejor manera que ha encontrado para hacerlo es a través del servicio a quienes la rodean.
“El servicio es la forma de practicar los dos grandes mandamientos de Dios”, dijo ella. “¿Cómo muestro mi amor a Dios? Al guardar Sus mandamientos y amar a mi prójimo. ¿Y cómo amo a mi prójimo? Al servirle.”
A menudo, las personas piensan que el servicio significa que deben ahorrar mucho dinero para hacer un gran proyecto o viaje humanitario, pero el servicio más significativo, generalmente, llega por medio de actos pequeños que ayudan a quienes nos encontramos de manera cotidiana.
“Cuando estamos dispuestos a buscar oportunidades a nuestro alrededor, el Señor puede usarnos”, dijo ella. “Él nos guía a las personas que nos necesitan y nos convertimos en un instrumento de Su amor.”
Durante su presentación, la hermana Eubank enfatizó el rol importante que puede tener el servicio a lo largo de la vida de una persona. Las mujeres pueden y deberían servirse las unas a las otras en cada etapa de la vida, porque es a través del servicio que nos fortalecemos, no sólo como individuos, sino también como comunidades, explicó ella.
El servicio es parte del proceso refinador que nos puede ayudar a convertir las épocas oscuras y difíciles en momentos hermosos de aprendizaje, dijo ella.
Para las mujeres que asistieron, la conferencia brindó una oportunidad única de reunirse con mujeres de todas partes, conectarse las unas con las otras y fortalecerse al oír mutuamente sus historias.
Según reportó Newsroom, una de las mujeres que asistió, Milli Silvennoinen, dijo: “Siento que es importante que nos reunamos, nos apoyemos y podamos aprender de las experiencias de las demás. Estaba agradecida por la unidad que sentí aquí y cómo reunieron a todas estas personas diferentes. Siento que, aunque seamos diferentes, todas pertenecemos.”
Hay poder en reunirse, especialmente como mujeres, dijo la hermana Eubank en la conferencia.
“Hubo un gran sentimiento de elevación, porque estábamos juntas”, dijo ella. “Esa es la razón por la que la Iglesia se reúne de diferentes formas y espero que lo hagamos de nuevo.”
Durante su visita, la hermana Eubank también se unió a la presidenta de la Sociedad de Socorro de la Estaca Helsinki, Pini Kemppainen, y sus consejeras para reunirse con líderes de organizaciones locales de auxilio para refugiados en Helsinki, Finlandia — el Finnish Refugee Council, SOS-Lapsikylä y Martat (the Martha Association) — para comenzar asociaciones entre la Sociedad de Socorro y esas organizaciones a fin de posibilitar mayores oportunidades de servicio.