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Cómo ‘el lugar más feliz de la tierra’ fortalece a miembros desde California hasta Centroamérica (y en todas partes)

La hermana Becky Craven y su esposo, Ron Craven, visitan a la familia Rodríguez en Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en el país, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Becky Craven abraza a Fátima Reyes, una miembro joven de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham abraza a una miembro de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Becky Craven con miembros en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en el país, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham visita a la familia Herrera Benites en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en Centroamérica, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham con las miembros de la Sociedad de Socorro en Quetzaltenango, Guatemala, durante una reciente visita al país, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Becky Craven con un grupo de Mujeres Jóvenes de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Becky Craven se reúne con miembros en Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Becky Craven posa con una miembro joven de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham saluda a Karina Martínez, una miembro de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham con las miembros de la Sociedad de Socorro en Centroamérica, durante una reciente visita al área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Becky Craven con miembros en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en el país, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham visita a unos miembros en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en Centroamérica, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham visita a la familia Herrera Benites en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en Centroamérica, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham visita a la familia Herrera Benites en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en Centroamérica, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
La hermana Jean B. Bingham saluda a miembros de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

El Templo de Quetzaltenango Guatemala — al igual que el Templo de Oakland California — se sitúa sobre una colina. Y aunque quizá no se vea fácilmente desde cualquier lugar de la ciudad circundante, el Templo de Quetzaltenango también se yergue como un faro y un símbolo de amor para los santos del lugar.

Algunos jóvenes en Quetzaltenango le dijeron a la hermana Becky Craven que “Cuando están en la ciudad y pueden ver el templo … es un símbolo o recordatorio de quiénes son”.

Ellos saben que son hijos de un amoroso Padre Celestial y desean compartir ese conocimiento con otras personas, dijo la segunda consejera en la presidencia general de las Mujeres Jóvenes, poco después de regresar de sus viajes por Centroamérica y el norte de California a finales de septiembre. 

Acompañada de la hermana Jean B. Bingham, presidenta general de la Sociedad de Socorro, y la hermana Christina B. Franco, segunda consejera en la presidencia general de la Primaria, la hermana Craven pasó el fin de semana del 13 al 15 de septiembre en San José, California, dirigiendo reuniones de capacitación y devocionales para miembros.

Menos de una semana después, la hermana Craven y la hermana Bingham fueron a visitar a los miembros en Guatemala y Honduras, del 20 al 22 de septiembre. En Centroamérica, la hermana Bingham y la hermana Craven estuvieron acompañadas por miembros de la presidencia del área — el élder Brian K. Taylor y su esposa, la hermana Jill Taylor, y el élder Alan R. Walker y su esposa, la hermana Inés Walker.

La hermana Becky Craven con un grupo de Mujeres Jóvenes de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio, en septiembre de 2019.
La hermana Becky Craven con un grupo de Mujeres Jóvenes de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio, en septiembre de 2019. | Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

Durante ambos viajes, mucho de lo que dijeron las mujeres líderes se centró en la importancia de los templos y la función clave que las ordenanzas y convenios disponibles en los templos cumplen en el evangelio y la obra de salvación.

“Los miembros de Honduras y Guatemala atesoran sus templos”, dijo la hermana Bingham. “Conducimos a lo largo del bello terreno señalado para la ubicación del Templo de San Pedro Sula (Honduras), visitamos los jardines del Templo de Quetzaltenango magníficamente iluminado en un atardecer, y escuchamos a las hermanas compartir sus testimonios de la influencia enaltecedora y apaciguadora de estar dentro del templo”.

También fue alentador ser testigos del entusiasmo que los nuevos conversos tienen por el templo, dijo la hermana Bingham, señalando que muchos conversos compartieron cómo se estaban preparando para asistir y sellarse a sus familias. 

Felicidad proveniente del templo

Al compartir su propia primera experiencia en el templo — cuando tenía 12 años y vivía en Argentina — la hermana Franco relató a los santos de los últimos días en San José los sacrificios que su familia hizo para asistir al templo y sellarse. 

El Templo de Buenos Aires Argentina, no se construyó sino hasta después de muchos años de que ella se fue del país, explicó la hermana Franco. Así que, cuando a su padre lo llamaron como obispo, le dieron un boleto para viajar a visitar el templo en Salt Lake City durante la conferencia general y recibir su propia investidura. Sin embargo, en lugar de ir solo al templo, el padre de la hermana Franco decidió esperar y ahorrar dinero para que toda la familia pudiera viajar junta y sellarse. 

“En el proceso, mi madre enfermó de cáncer, así que queríamos más que nunca hacer ese viaje para tener una familia eterna”, dijo la hermana Franco. 

Fue una época difícil y aunque habían estado ahorrando por lo que parecía una eternidad, cada vez que parecían acercarse al monto necesario, la tasa de cambio del dólar aumentaba y los retrasaba. 

“Aprendí a una edad muy joven que los dólares y los pesos no son lo mismo”, dijo la hermana Franco.

Luego de algunos contratiempos, incluso su padre empezó a dudar de si podrían ahorrar lo suficiente a tiempo para ir con su familia completa. Pero fue entonces que ocurrió un pequeño milagro.

“Mi tío, que no era miembro de la Iglesia, había estado ahorrando cada dólar, y vino a casa con una bolsa llena de dólares — literalmente”, dijo la hermana Franco entre risas. Debido a que era un hombre generoso, su tío había ahorrado dinero para ayudar a su padre a llevar a sus hijos a un viaje especial a Disneyland. En lugar de eso, su tío llevó el dinero y se lo dio a su padre, porque sabía que lo necesitaban para viajar al templo.

La hermana Becky Craven con miembros en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en el país, en septiembre de 2019.
La hermana Becky Craven con miembros en Antigua, Guatemala, durante un reciente viaje de ministerio en el país, en septiembre de 2019. | Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

“Cuando mi tío se fue, mi padre nos habló y nos dijo: ‘Ya saben, este es la cantidad exacta de dinero que necesitamos para poder ir al templo. Así que no podremos ir a Disneyland, pero voy a llevarlos al lugar más feliz de la tierra, que es el templo’”.

Tal vez, siendo niños, al principio estaban un poco tristes de no poder ir a Disneyland, dijo la hermana Franco, pero poder ir al templo con su familia fue una experiencia maravillosa — por la cual está eternamente agradecida. 

El templo es el lugar más feliz de la tierra, señaló, y poder compartir esa bendición con los demás siempre es una experiencia gozosa.

Comunidades en la senda del convenio

Una parte maravillosa de poder viajar y conocer a los miembros en todo el mundo, dijo la hermana Craven, es ver la alegría que el templo y el conocimiento del Salvador traen a la vida de las personas. 

“Amo sentir que pertenezco a la hermandad de santos, sin importar dónde vaya”, dijo ella. “Es un sentimiento extraordinario saber que existe una comunidad de santos, dondequiera que estemos, y que estamos unidos por los convenios que hemos hecho de servirnos unos a otros y servir al Señor”.

En San Pedro Sula, Honduras, los miembros pronto tendrán su propio templo, dijo la hermana Craven, y su entusiasmo es palpable. 

Una mujer joven expresó su entusiasmo por el templo al compartir su esperanza de que no solo fortalezca a los miembros y que algunos de ellos se reactiven en la Iglesia, sino que también cambie el ambiente de su comunidad, dijo la hermana Craven.

“Y creo que eso sucederá. Creo que un templo no solo fortalece a los miembros, sino también a su país y a su comunidad”, dijo ella.

La juventud puede ver y sentir cómo el tener un templo puede marcar la diferencia en su comunidad y eso muestra lo fuertes que son, dijo la hermana Craven. Los jóvenes en todo el mundo están asumiendo la responsabilidad de ser líderes y es maravilloso ser testigo de la diferencia que están marcando con su fortaleza y liderazgo.

Al visitar una pequeña familia compuesta por dos nietas y su abuela en Antigua, Guatemala, la hermana Craven dijo que fue claro desde que entró a su hogar cuáles eran sus prioridades. 

La hermana Becky Craven abraza a Fátima Reyes, una miembro joven de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019.
La hermana Becky Craven abraza a Fátima Reyes, una miembro joven de Centroamérica, durante un reciente viaje de ministerio en el área, en septiembre de 2019. | Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

Había fotos del Salvador y del templo en todos los lugares de su pequeño hogar, dijo ella. Y la nieta mayor, de 17 años, Fátima Reyes, le contó a la hermana Craven cómo ella y sus amigos tienen como prioridad el visitar el templo de Ciudad de Guatemala tan a menudo como pueden. El viaje al templo dura un poco más de una hora, pero ellos aman el templo y están muy enfocados en darle prioridad, dijo la hermana Craven. Fátima y sus amigos son “un ejemplo claro y fuerte sobre cómo los jóvenes pueden ser líderes en sus familias y en la Iglesia”. 

Los jóvenes de la Iglesia, ya sea que vivan en el norte de California o en Centroamérica, experimentan desafíos que, a veces, pueden hacer que seguir la senda del convenio parezca difícil, dijo la hermana Craven. Sin embargo, dondequiera que vayan, los jóvenes demuestran una fortaleza y entendimiento de sus responsabilidades de amarse y cuidarse unos a otros. Ellos quieren “ayudar a otros a permanecer en el sendero del convenio y a centrar sus vidas en Jesucristo”, dijo ella. 

Para la hermana Bingham, reunirse con miembros de la Iglesia en diversas partes del mundo siempre es alentador. 

“Tal como los miembros que he conocido recientemente en San José o Sierra Leona, los miembros de Centroamérica son discípulos dedicados que luchan con los mismos desafíos que enfrentan las personas y las familias en todo el mundo”, dijo la hermana Bingham. “Los problemas familiares, la incertidumbre económica y los desafíos de salud son comunes para todos nosotros”.

Sin embargo, hay una paz y felicidad perceptibles en las vidas de las personas que se esfuerzan por seguir la senda del convenio, dijo ella.

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